Los yacimientos paleontológicos son ricos en las islas Canarias. En ellos podemos encontrar especies de todo tipo: aves, pequeños mamíferos, moluscos… esta ventana al pasado, inscrita en piedra, es de un valor incalculable para entender qué ha pasado en las islas desde que emergieron.

 

Actualmente, de todas las Islas Canarias, solo Fuerteventura tiene una carta paleontológica.

Por: Santiago Campillo

Actualmente, de todas las Islas Canarias, solo Fuerteventura tiene una carta paleontológica. Estos documentos recogen los bienes de interés cultural que se consideran especialmente relevantes e insustituibles. Y desde hace unos meses, a la carta de esta isla hay que añadir diez nuevas especies, descubiertas por primera vez en sus costas, de moluscos extintos millones de años atrás.

 
Hace mucho, mucho tiempo...
Siete millones de años atrás, las Islas Canarias estaban todavía en emersión. La Palma y El Hierro todavía no habían asomado sus contornos sobre las aguas. Sin embargo, en Fuerteventura, Lanzarote y Gran Canaria, por ejemplo, la vida era ya asidua y vibrante. En este ambiente en el que la actividad volcánica todavía era intensa, las aguas estaban pobladas por especies de todo tipo.
 
Algunas se parecían a las que podemos ver hoy día, pero otras, como el Otodus megalodon, un tiburón gigantesco, no han vuelto a verse desde aquellos días. Entre estas especies estaban las diez nuevas descubiertas por Esther Martín, María del Carmen Lozano, José Luis Vera y Carolina Castillo. Estos animales eran moluscos con concha de varios tipos: lapas, burgados, caracolas...
 

Patella tintina, Patella maxoratensis, Phorcus burgadoi, Gibbula tindayaensis, Jujubinus ajachaensis, Tectarius isletaensis, Cerithium miocanariensis, Conus fuerteventurensis y Morula mionigra son las nuevas especies descubiertas

 
En concreto se trata de tres especies de lapas, dos de ellas de gran tamaño: Patella tintina, Patella maxoratensis; tres especies de burgados: Phorcus burgadoi, Gibbula tindayaensis y Jujubinus ajachaensis; un litorínido exclusivo de La Isleta, en Gran Canaria: Tectarius isletaensis; un cerítido: Cerithium miocanariensis; un cónido: Conus fuerteventurensis y un murícido: Morula mionigra. Estas especies habitaron las islas emergidas en el mioceno.
 
 
Este periodo geológico comprende desde hace veinticinco millones de años hasta hace apenas cinco. Las especies descubiertas por el equipo, como decíamos, habitaron los fondos marinos de Canarias hace unos siete. Hasta hace muy poco, varias de estas especies se confundían con otras, pero una revisión exhaustiva y la comparación con otras colecciones de yacimientos europeos ha permitido determinar que son elementos exclusivos de la fauna marina fósil de las islas.
 
Otro hallazgo singular, durante la investigación, ha sido la identificación de la presencia de gasterópodos que hasta ahora se hallaban únicamente en yacimientos de cuencas paleontológicas europeas del Mediterráneo y del sur de Francia, lo que ayuda a comprender un poco mejor qué pasó en las profundidades de las islas hace mucho, mucho tiempo.
 
Canarias petrificada, una fuente de valiosos yacimientos
La Guirra se encuentra entre las Salinas del Carmen y los Hornos de la Guirra, en Antigua (Fuerteventura). En esta playa todavía se pueden ver conchas y animales petrificados hace cientos de miles de años, algo que ayuda a los científicos a conocer cómo ha cambiado el panorama ecológico en todo este tiempo.
 
La Solana, El Valle o el Barranco de los Encantados también son buenos ejemplos de lo presentado en la carta paleontológica de esta isla. Pero no menos importantes son los yacimientos de Terraza de Las Palmas, Azuaje, Risco de los Herreños... entre muchísimos otros. Y es que Canarias tiene la historia de los seres que la han habitado escrita en piedra.
 

Hace un tiempo descubríamos que los restos fósiles de Canarias son un millón de años más antiguos de lo que pensábamos. Esto solo ampliaba el rango de tiempo de un patrimonio ya de por sí increíblemente rico. Descubrirlo, entenderlo, clasificarlo y protegerlo son tareas vitales en las que se vuelcan todas las instituciones canarias.
 
Gracias a estos descubrimientos, por ejemplo, hoy sabemos que los yacimientos son equiparables en edad a los encontrados en lugares tan lejanos como Polonia y Centroeuropa. Con todos los datos, ahora podemos imaginar cómo sería el pasado de Canarias: probablemente nos encontraríamos con un fondo lleno de almejas, lapas y caracolas, entre otros moluscos, muy parecidos a los que hoy podemos ver. La diferencia entre ellas y las de hoy día se apreciaría en su mayor tamaño y robustez.
 
Entre los restos encontrados en Huesos de Caballo, por ejemplo, también se han encontrado restos de aves como la pardela Puffinus holeae que ahora ya no existen. También podemos saber que durante los periodos fríos de las islas, a partir de los 100.000 años, llovió mucho más. Esto lo deducimos de los restos de gasterópodos (caracolas y caracoles de tierra) que se hallan en el Barranco de los Encantados, y que indican una mayor vegetación en lo que ahora son dunas. Por no hablar de la gran cantidad de restos de moluscos, poliquetos petrificados, cnidarios y equinodermos que nos indican cómo ha cambiado el nivel del mar a lo largo de todos estos milenios.
 
Hay que proteger la prehistoria
La paleontóloga y doctora en biología, Esther Martín González, del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife, advertía de la necesidad de proteger y valorar el patrimonio paleontológico de Canarias. Actualmente existe la preocupación de que en algunos de los yacimientos, la mala conservación, el expolio, el turismo irresponsable y la erosión amenazan la historia de las Islas.

Todos debemos ser conscientes de la importancia de estos yacimientos, unas ventanas al pasado que, si se pierden, serán irrecuperables.

 
El estado de conservación influye muchísimo en la capacidad de identificación de las especies extintas, ya que no tenemos más referencias que sus restos. Por eso es imprescindible valorar estos pedazos de pasado petrificado. Y no solo por parte de los expertos y entidades especializadas en proteger el valor cultural. Todos debemos ser conscientes de la importancia de estos yacimientos, unas ventanas al pasado que, si se pierden, serán irrecuperables.
 
 
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