Las gafas de sol son un complemento muy común en nuestro día a día. Pero ¿qué papel juegan en nuestra salud? Los tintes de las lentes ¿tienen razones de ser, más allá de lo estético? La física está detrás del funcionamiento de las gafas de sol.

Algunos pensarán que es por pura coquetería; otros creerán que es cuestión de salud; hay quien, incluso, pensará en la calidad de las gafas de sol. Pero lo cierto es que los cristales tintados de estos accesorios obedecen a otras cuestiones más prácticas. ¿Hoy es un día soleado? ¡Genial! Vamos a aprovechar para lucir nuestras lentes.

 

¿Usar o no usar gafas de sol?

No existen conclusiones que apunten a la efectividad de las gafas de sol para proteger de ninguna enfermedad ocular concreta

La cuestión está muy clara para mucha gente: las gafas de sol son buenas para sus ojos. Ayudan a ver mejor, a no deslumbrarnos, y protegen nuestros ojos de los agresivos rayos solares.
 
¿De verdad los protegen?
A pesar de la creencia popular, en realidad no existen conclusiones fuertes que apunten a la efectividad de las gafas de sol para proteger de ninguna enfermedad ocular concreta. Si bien es cierto que los cristales tintados ayudan en caso de alta exposición (cuando hay nieve, en días muy soleados, en la alta montaña...), no existen razones de peso para suponer que el uso de las gafas de sol nos protegerá de enfermedades oculares a la larga.
 
Por suerte, nuestros ojos están preparados para combatir el exceso de luz, evitando las lesiones y enfermedades causadas por esta. Y todo gracias a nuestros párpados e iris. ¿Es esa una razón para no usarlas? Desde luego que no. Las gafas de sol cumplen con su cometido ayudándonos a ver más cómodamente, usar un complemento que nos haga sentir más atractivos o, incluso, reduciendo la irritación en los ojos en caso de gran intensidad de luz solar. Y aún hay más. Efectivamente, todavía no hemos hablado del color de los cristales. Y es que las gafas pueden servir en otros menesteres.
 
Gafas de colores, ¿para qué sirven?
Ya en el S. XVIII, James Ayscough usaba lentes tintadas en azul o verde para solucionar ciertos problemas del ojo. La luz está compuesta por un amplio espectro de ondas, algunas de la cuales son molestas o incluso peligrosas para nuestros ojos. El color de la lente sólo es una manifestación de que el tinte es capaz de absorber (y reflejar) ciertas longitudes de onda concretas. Esta es la base física del color. Un objeto recibe un rayo de luz blanca, que mezcla muchísimas longitudes de onda, y, debido a la composición del material que está hecho (o de la pintura que lo cubre), algunas de estas longitudes son absorbidas, mientras que otras son reflejadas. La nueva composición de ondas es la que percibimos como distintos colores. Esta también es la base de las gafas de sol para "proteger" nuestros ojos. Y de sus aplicaciones más prácticas. Mientras los tintes grises o verdes, los más comunes, alteran mínimamente la percepción del color, otros colores podrían servir para acentuar el contraste. Esto quiere decir que la imagen vista con lentes de colores naranja o amarillo, por ejemplo, ayudan en la percepción de contrastes de fondo, especialmente en días nublados y de iluminación homogénea. Estas producen una imagen más nítida.

Los tintes grises o verdes, los más comunes, alteran mínimamente la percepción del color

 
A su vez, las gafas de sol tintadas de rojo aumentan el contraste y ayudan especialmente en condiciones de poca iluminación. Por el momento no existe ningún tipo de evidencia que indique que las gafas de sol azules o violetas ayuden a la visión de ninguna manera. Pero teniendo en cuenta su calidad estética, no se necesitan muchas más razones para optar por ellas. Por otro lado, como decíamos, las gafas verdes o grises apenas alteran las percepciones. Esta es la razón principal de que para conducir sólo se permitan estos colores, evitando potenciales cambios de percepción de color. Algunos deportistas, especialmente de élite, utilizan gafas de colores para ser más eficientes en sus ejecuciones o percibir mejor su entorno. Por otro lado, las gafas polarizadas sí que ayudan a filtrar la dirección desde la que llega la luz. De esta manera ayudan a crear una imagen más nítida mientras que evitan brillos molestos.
 

La salud de nuestros ojos no depende, a priori, de las gafas que llevemos puestas

 
Pero, ¿hasta qué punto es efectivo? Esto es muy difícil de definir. Cada ojo, o mejor, cada cerebro, es único. La forma de percibir el mundo exterior es muy distinta para cada persona. La información visual que recibimos cada uno es muy variada y compleja. Pero, además, la manera que tiene nuestro cerebro de trabajar con esta información lo hace todo mucho más complicado. Tanto que no sabemos a ciencia cierta hasta qué punto los colores de las gafas de sol alteran nuestra percepción visual. Lo que si sabemos, como decíamos antes, es que la salud de nuestros ojos no depende, a priori, de las gafas que llevemos puestas. Por tanto, al final, la decisión de usar unas gafas de sol de un color u otro, a pesar de que sí existen razones prácticas de percepción de color, se limitan a nuestras preferencias estéticas, principalmente.
 
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Foto: Gafas de sol. Fuente: Pxhere
 
 
 

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