Viroterapia: virus ¿qué curan?

Hablamos de forma común de los virus: un resfriado, una gripe u otra enfermedad suelen ser los síntomas de haber "cogido" uno. En las películas de ciencia ficción, estos entes son la némesis de la humanidad, capaz de diezmar las poblaciones con horribles consecuencias.

Sin embargo, en la ciencia a secas, los virus pueden resultar una herramienta tremendamente útil. Tan útil que a día de hoy son el arma básica de algunos de los tratamientos más prometedores contra enfermedades temibles como el cáncer. Así es como funciona la viroterapia.

 

¿En qué consiste la viroterapia?

Como su nombre indica, la viroterapia consiste en usar los virus para tratar una enfermedad. Lo que se emplea son virus modificados y diseñados en el laboratorio para que infecten solo a ciertas células. ¿A qué células? Pues eso depende del tratamiento, pero suelen ser las células que están provocando la enfermedad, obviamente.

En otras ocasiones, la viroterapia puede hacer referencia al uso de virus para tratar una infección bacteriana. Esto se debe a que, al igual que ocurre con los virus diseñados, todos, en general, son muy selectivos a la hora de escoger a sus "víctimas". Por tanto, un virus que afecte a una bacteria no afectará a una célula eucariota (de animales o plantas).

Por último, también se pueden usar virus para "reprogramar células". Esto consiste en utilizar el poder que tienen algunos virus para modificar el material genético. Si se diseñan para cortar y pegar ciertos genes concretos (los defectuosos, por ejemplo), con técnicas como CRISPR Cas9, podemos "reparar" ese ADN estropeado, con muchas probabilidades de curar una enfermedad genética. Esta es la rama menos explotada de la viroterapia por cuestiones éticas.

 

Se pueden usar virus para "reprogramar células". Esto consiste en utilizar el poder que tienen algunos virus para modificar el material genético.

 

El uso de virus como terapia tiene varias ventajas: la primera es que son autorreplicativos, o, en otras palabras, que se reproducen solos. Una sola dosis infecciosa es suficiente para que hagan su trabajo. La segunda, como decíamos, es que son muy específicos y podemos diseñarlos para que solo interactúen con ciertas células y ninguna más. La tercera de ellas es que son fácilmente manejables y muy eficientes: se pueden diseñar con relativa facilidad y funcionan increíblemente bien.

 

Ni vivos, ni muertos, ¿qué es un virus?

Para poder entender el porqué de estas ventajas, es imprescindible comprender qué es un virus. Como ya os contamos, un virus no es un ser vivo, sino que está en esa inextricable frontera con la muerte. Son estructuras organizadas capaces de reproducirse y nada más. Químicamente hablando, los virus son moléculas complejas, con estructuras definidas. Así, tienen una cápside o cubierta que envuelve al material genético. La primera está preparada para detectar y unirse a las células mientras que la segunda es la que contiene todas las instrucciones para hacer lo que hacen los virus.

Los virus se consideran una de las unidades funcionales más pequeñas que existen. Son moléculas extremadamente complejas, capaces de realizar dos de las funciones atribuidas a los seres vivos: relacionarse y reproducirse, aunque para ello dependen de las células o bacterias. Lo que hacen, básicamente, es introducirse en ellas, secuestrar la maquinaria celular usada para que la célula se reproduzca y copiarse.

Esto, como consecuencia, da lugar a la muerte de la célula, que normalmente explota liberando miles de virus más que infecta a células de alrededor. Para infectar a una célula, alguna de las partes de las proteínas que conforman los virus están especializadas en detectar y unirse a ciertos marcadores celulares. Una vez que los encuentran se unen e "inyectan" o atraviesan la membrana con el material genético del virus. Si no existen estos marcadores, el virus no puede unirse a la célula.

 

Para infectar a una célula, alguna de las partes de las proteínas que conforman los virus están especializadas en detectar y unirse a ciertos marcadores celulares.

 

Una vez dentro, este material genético tiene todas las instrucciones para secuestrar la maquinaria celular y hacer copias de sí mismo, agotando todos los recursos de la célula. Este proceso también puede inhibirse, según el tipo de virus, aunque es algo complejo. Los virus son minúsculos, salvo ciertas excepciones, y son muy eficientes infectando siempre que encuentren a su próxima víctima.

 

Diseñando virus para curar

Y aquí es donde entra la ingeniería genética. Vivimos rodeados de virus. No todos los virus son iguales ni hacen lo mismo. La gran mayoría de ellos ni siquiera interactúan con nuestras células. Otros no son capaces de hacer nada con ellas. Los que nos interesan son los que sí, aquellos que han evolucionado para infectarnos. A partir de estos, en un laboratorio, podemos quitarles el apartado "malo" y eliminar su peligrosidad.

¿Cómo? Muy sencillo, vaciamos el material genético y dejamos solo la cápside. Luego rellenamos el virus con el material genético que queramos. Este lo habremos diseñado especialmente en un laboratorio, cortando y pegando el material genético que nos interesa. En otros casos también podemos modificar la cápside para que esta se una solo a los tipos de células que queremos. Por ejemplo, las células de un tumor.

 

  • Modificando su cubierta y su interior según lo que queremos, podemos obtener un virus perfectamente funcional, inofensivo y, más importante, útil.


Este tipo de células tienen características únicas, las cuales las hacen un blanco especial para un virus diseñado. ¿Se puede diseñar un virus desde cero? Técnicamente, sí, pero es un proceso costoso y poco eficiente. Es mucho más fácil coger un virus que sabemos que funciona (porque nos produce enfermedades) y "anularlo". Así, modificando su cubierta y su interior según lo que queremos, podemos obtener un virus perfectamente funcional, inofensivo y, más importante, útil.

Actualmente, la viroterapia es una de las grandes esperanzas para tratar algunos tipos de cáncer, debido a su especificidad. También se pueden emplear para tratar algunas enfermedades raras, de origen genético, ya que permite la modificación de los genes que no van bien, aunque esto todavía no es posible por cuestiones legales, al menos por ahora. En definitiva, la viroterapia está abriendo puertas que creíamos imposibles, cambiando estas armas letales en herramientas muy potentes.

 

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