Un estudio del CSIC confirma que hasta 6.000 toneladas de protección solar acaban cada año en las aguas costeras.
Los investigadores no animan a la gente a aplicarse menos fotoprotección. La solución es que los fabricantes de cremas solares desarrollen sustitutos más ecológicos, afirma la ecóloga marina Cinzia Corinaldesi. De hecho, llevan más de diez años a la caza de una nueva fórmula química que apenas deje rastro.
El reciente estudio de investigación del CSIC y la Universidad de Valencia publicada en la revista PLOS ONE asegura que algunos componentes de las cremas solares se diluyen durante el baño y se liberan al mar, convirtiéndose en contaminantes, lo que tiene un efecto ambiental considerable en las zonas de intensa actividad turística. Los análisis, llevados a cabo en aguas costeras de la isla de Mallorca, revelan la presencia de compuestos procedentes de estos cosméticos, principalmente localizados en la microcapa superficial del agua marina. Las máximas concentraciones de estos químicos aparecen entre las 14.00 horas y las 18.00 horas, un poco después de que tenga lugar el pico máximo de bañistas como resultado de un proceso acumulativo de dichas sustancias.
Durante dicho periodo, el nivel de estos compuestos químicos puede llegar a ser entre un 60% y un 90% superior a los valores de referencia observados por la noche y a primeras horas de la mañana. Algunos de los productos detectados tienen efectos tóxicos sobre el fitoplancton marino, los crustáceos, las algas y los peces.
El análisis de más de una docena de protectores solares comerciales demuestra también que, además de los compuestos químicos, las cremas solares liberan nitrógeno, fósforo y silicio, nutrientes que pueden estimular el crecimiento de las comunidades de algas.
Existe un estudio reciente sobre el efecto de las cremas solares en las aguas de las playas de Gran Canaria, y que ha sido llevado a cabo por técnicos del Departamento de Agua del Instituto Tecnológico de Canarias, y publicado en la prestigiosa revista científica Science Direct. En dicho estudio detallan cómo debido a la creciente preocupación por los efectos sobre la salud humana de la radiación ultravioleta (UV), el uso de filtros UV se ha incrementado en las últimas décadas. Desafortunadamente, algunos filtros UV comunes, se bioacumulan en organismos acuáticos y muestran una actividad estrogénica potencial. El objetivo del estudio ha sido determinar la presencia de algunos filtros UV en las aguas costeras de seis playas de la isla de Gran Canaria como consecuencia de las actividades recreativas en el mar. Ocho filtros UV comúnmente utilizados: benzofenona-3 (BP-3), octocrileno (OC), octil-dimetil-PABA (OD-PABA), metoxi cinamato de etilhexilo (EHMC), homosalato (HMS), el metano metoxidibenzoilmetano de butilo (BMDBM), 4-metilbencilideno de alcanfor (4-MBC) y benzoato de dietilamino hidroxibenzoil hexilo (DHHB), se monitorizaron y, con la excepción de OD-PABA, todos fueron detectados en las muestras recogidas. El 99% de las muestras analizadas contenía algunos de estos filtros UV . La concentración máxima detectada fue de 3316.7ng / L para BP-3. La evaluación de riesgo medioambiental realizada mostraron cocientes de riesgo (CR) superiores a 10, lo que significa que hay un importante potencial significativo de efectos adversos sobre los microorganismos marinos, por 4-MBC y EHMC.
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