El director científico del ICIA, Manuel Caballero-Ruano, hace balance del liderazgo científico-técnico en procesos clave de la agricultura canaria.

El director científico del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), Manuel Caballero-Ruano celebra sus casi cuarenta años vinculado a la I+D agraria de las Islas haciendo balance del liderazgo científico-técnico en procesos clave de la agricultura canaria: invernaderos, riego, hidroponía, variedades de tomate, plátano y frutas tropicales, valorización de las razas canarias de cabras y los quesos… 
 
Los trabajos del ICIA están inspirados en la necesidad de ayudar a los productores canarios en su día a día, pero terminan por convertirse en proyectos de vanguardia que atraen interés internacional, tal es el caso de los más recientes, por ejemplo, el tratamiento con atmósferas controladas para cuarentena de la ‘polilla guatemalteca’ de la papa, el desarrollo de insecticidas biológicos basados en virus que atacan a las plagas, o la aportación de líneas vegetales de tedera para desarrollar variedades nuevas. Además, trabajan en la introducción de nuevos cultivos tropicales, al tiempo que buscan aprovechar mejor nuestra biodiversidad seleccionando levaduras para dar personalidad a los vinos canarios, o micorrizas para favorecer la agricultura más sostenible. 
 
Vaticina que las actuales investigaciones del ICIA sobre la papaya sentarán las bases científicas de la producción en clima subtropical, y que las acciones en relación al plátano han permitido establecer estrategias de producción sostenible para diferenciar nuestros productos, pero echa en falta mayor implicación empresarial en la I+D.
 
 
 
¿Desde cuándo se inicia su vinculación con el ICIA?
Mi vinculación con el ICIA viene desde 1977, que tuve mi primer contrato administrativo con el Centro Regional de Investigación y Desarrollo Agrario del INIA (antecesor del ICIA), tras haber sido becario del INIA en Cataluña. En 1980 fui nombrado jefe del Departamento de Plantas Ornamentales y Horticultura, y desde entonces, con algunos paréntesis, he estado vinculado al ICIA y a la I+D agraria de las islas.
 
Acláreme una duda, ¿el Instituto tiene ya 44 años? ¿Cuáles considera a su juicio hitos de investigación de este centro desde que abriera sus puertas?
Sus orígenes se remontan a la Estación Experimental de la Granja en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, dependiente del Ministerio de Agricultura, que constituyó, junto al Jardín de Aclimatación de La Orotava, la base inicial para crear, en 1971, ya en su actual sede de Valle de Guerra, el Centro Regional de Investigación y Desarrollo Agrarios (CRIDA 11) dependiente del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA). Al ser transferido a la Comunidad Autónoma de Canarias en 1983, pasó a denominarse, primero (Centro Regional de Investigaciones Agrarias de Canarias (CRIAC) y, más tarde, Centro de Investigación y Tecnología Agrarias (CITA), al cual se incorporaron, posteriormente, el Laboratorio Agrario Regional y el Centro de Selección y Mejora Animal.
 
A lo largo de su existencia, el antiguo CRIDA-11 y actual ICIA ha ejercido liderazgo científico-técnico en procesos clave de la agricultura canaria: invernaderos, riego, hidroponía, variedades de tomate, plátano y frutas tropicales, valorización de las razas canarias de cabras y los quesos, etc. Para ello ha establecido numerosos acuerdos y convenios de colaboración con entidades públicas y empresas privadas para desarrollar proyectos de I+D.
 

¿Podría comentar algunos de los trabajos de investigación más recientes?
Los trabajos pueden consultarse en nuestras memorias anuales, que pueden descargase de la web del ICIA. En general, nosotros no hacemos investigaciones muy ‘deslumbrantes’ pero sí hacemos muchas pequeñas aportaciones que ayudan al día a día de nuestros productores. Si tuviera que destacar algunas recientes podemos citar los trabajos de tratamiento con atmósferas controladas para cuarentena de la ‘polilla guatemalteca’ de la papa, el desarrollo de insecticidas biológicos basados en virus que atacan a las plagas, o la aportación de líneas vegetales de tedera para desarrollar variedades nuevas. También estamos introduciendo nuevos cultivos tropicales pasito a pasito, al tiempo que tratamos de aprovechar mejor nuestra biodiversidad, seleccionando levaduras para dar personalidad a nuestros vinos o micorrizas para favorecer la agricultura más sostenible.... En fin, como digo, muchas pequeñas aportaciones.
 
¿Los estudios del ICIA han permitido mejorar la calidad y producción de cultivos canarios, como el tomate, la papaya o el plátano? ¿qué aportaciones ha hecho el Instituto al agro canario?
Es evidente. En el caso del tomate desarrollamos el proyecto INTEAGRACAN, que si nos hubieran hecho caso probablemente la situación actual sería diferente. Con la papaya estamos actualmente en un proyecto que va a sentar las bases científicas de la producción en clima subtropical, en lo que hay poco hecho hasta ahora. En el plátano se ha desarrollado en colaboración con ASPROCAN y otros socios el proyecto BIOMUSA, que ha permitido establecer estrategias de producción sostenible para diferenciar nuestros productos.
 
¿Mantiene Canarias colaboraciones con el entorno agrario nacional e internacional?
Ciertamente. Ahora mismo tenemos un proyecto transnacional con Senegal, GANAFRICA, y hemos tenido colaboraciones con nuestro entorno geográfico cercano, la llamada Macaronesia y los países de África Occidental y el Magreb. Con la Península colaboramos y tenemos proyectos con organismos del sistema español de I+D, especialmente con los antiguos centros INIA, pero también con universidades y el CSIC.
 
¿Se interesan otros países por los proyectos de investigación agraria que se desarrollan en nuestro Archipiélago?
Claro. Ahora mismo estamos en proceso de negociación de alguna patente con empresas multinacionales. Pero también hay interés en conocer nuestros recursos. Por ejemplo, el presidente de la IGA (International Goat Association) es un investigador nuestro, y las razas canarias y los quesos nuestros despiertan gran interés a nivel internacional. Pero sigo echando en falta una mayor implicación de nuestras empresas. Hay que cambiar el ‘chip’ de nuestros empresarios y que apuesten más por la I+D.
 
Más información en: ICIA
 
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