En todo el mundo se celebra Halloween. ¿Qué tiene esta celebración en común con la tradicional Fiesta de los Finados? Esta festividad se celebraba en toda Canarias, y su origen neolítico es el mismo que el de la fiesta americana y otras celebradas en península.

El patrimonio cultural canario es riquísimo. Las influencias festivas peninsulares se entremezclan para darle un sabor especial a las tradiciones. Un ejemplo perfecto de ello es la tradicional "Fiesta de los Finados", que todavía se celebra en algunos puntos de la isla. Esta fiesta está relacionada con el moderno Halloween, pero, más aún, con el tradicional magosto gallego y el lejano Samahín, de dónde beben su origen.

¿Qué es la Fiesta de los Finados?

"Es la noche de difuntos, entre el día uno y dos de noviembre. Antiguamente se velaba toda la noche haciendo cuentos y chascarrillos, bebiendo vino y comiendo castañas, nueces y dulces. En la actualidad los "finados" se siguen celebrando en los medios rurales con timples, guitarras, bebidas y enyesques", contaba Orlando García Ramos en su "Voces y Frases de las Islas Canarias".

Esta era practicada por los jóvenes, quienes iban por las casas con la talega, preguntando si "hay santos" o "si hay santitos". Los dueños, entonces, les obsequiaban con higos, almendras o castañas, entre otras viandas, que luego se comían en familia.

Tal y como contaba en su libro el músico, la Fiesta de los Finados, o Finaos, se remonta a cientos de años atrás. En los últimos siglos, esta fiesta se celebraba especialmente en los pueblos más pequeños y rurales, aunque pueden encontrarse sus reminiscencias por todas las islas.

La Fiesta de los Finados, los difuntos, se celebra entre la noche del 31 de octubre y el 2 de noviembre, en los días de Todos los Santos. Dependiendo del lugar y la familia, esta fiesta podía celebrarse una jornada u otra, normalmente en la tarde y noche. La festividad tiene tantas variantes y matices como personas hay en Canarias. Normalmente es un momento de recogimiento, de reunión familiar en el que se cuentan historias sobre los difuntos y familiares que ya no están.

La fiesta se acompaña con comida tradicional de la época: nueces, castañas, higos, dulces, pan de finados, regado con vino, anís y ron miel. Además, en algunos pueblos, la festividad se celebra en las calles, donde las parrandas salen a cantar y las castañeras rondan las plazas. Más tradicional, y ya difícil de ver, es la tradición de preguntar por los "santitos" o los santos.

Esta era practicada por los jóvenes, quienes iban por las casas con la talega, preguntando si "hay santos" o "si hay santitos". Los dueños, entonces, les obsequiaban con higos, almendras o castañas, entre otras viandas, que luego se comían en familia. La Fiesta de los Finados es tanto una manera de recordar a los difuntos como de estrechar lazos familiares y comunitarios.

La economía familiar y local, así como la relación entre los miembros de la comunidad, especialmente la muerte, era reforzada con este tipo de tradiciones, que permitían compartir recursos e información. A día de hoy, "la Finada" es parte del rico patrimonio canario. Aunque se está perdiendo, y su celebración se está retirando a zonas más rurales, todavía podemos encontrarla en lugares tan céntricos como Vegueta, en Las Palmas.

La fiesta canaria y sus raíces peninsulares

En el sur de España, sobre todo en Murcia, Alicante y Andalucía, el día y la noche de difuntos se celebra con reuniones familiares, velas, castañas, higos y tostones.

En Galicia, Cantabria, Asturias y las provincias de León,​ Zamora, Salamanca y Cáceres se celebra una fiesta tradicional con mucha relación conocida como el magosto. Aunque esta varía según la zona, comparte un montón de elementos como las castañas. Se celebra, también, durante los días de difuntos y se comparten alimentos entre familias. Una raíz puramente celta consiste en dejar comida para los difuntos, a la luz de un fuego. Añadido a esto, en el magosto se salta la hoguera y se hacen diferentes juegos.

En el sur de España, sobre todo en Murcia, Alicante y Andalucía, el día y la noche de difuntos se celebra con reuniones familiares, velas, castañas, higos y tostones. Típico de estas regiones, especialmente de Murcia, es el arrope y las gachas. También se canta y se celebra la falta de los difuntos, contando historias a la luz del fuego. A pesar de los matices locales, todas estas fiestas tienen una serie de tradiciones ligadas al otoño y a la familia, al igual que ocurre con la Fiesta de los Finados.

El culto a los muertos, o a su recuerdo, es el punto de encuentro entre todas estas tradiciones, que celebran el fin del verano y dan la bienvenida al invierno, recordando tiempos pasados. A su vez, este increíble y humilde patrimonio, tiene una larga carrera a sus espaldas. **Todas estas fiestas tienen su probable origen en otra más antigua, y que también dio origen al actual y conocido Halloween: el Samahín. **

Samahín, la madre de las fiestas de otoño

Para los antiguos pueblos celtas de la península y las islas británicas, el otoño era el momento de cambio. En concreto, en estas fechas ocurría el cambio de año: este comenzaba con su periodo oscuro, cuando las noches son más largas que el día, y terminaba con el periodo luminoso, donde ocurría lo contrario.

Durante estos días se celebraba el Samahín, el inicio del año celta, unos días en el que el mundo entre los vivos y los muertos, atendiendo a las tradiciones de estos pueblos prerromanos, estaban más en contacto que nunca. Según los estudios etnográficos, durante esta época se celebraban festividades espirituales a nivel local.

Sin embargo, las verdaderas protagonistas eran las fiestas más recogidas, las familiares. En las casas celtas se reunía el núcleo familiar. Aunque nunca sabremos realmente qué se hacía, sí que hay indicios de que la familia dejaba comida en las casas para los difuntos. También existen relatos que explican que se abrían ventanas y puertas para permitir la entrada y salida de sus espíritus. Se celebraba un banquete con ellos, donde se les servía al igual que al resto de la familia.

Algunos historiadores sitúan en la costumbre de hacerse máscaras contra los malos espíritus el origen de los actuales disfraces de Halloween.

También era un tiempo de recolección de frutos y semillas. Muchos de los alimentos tradicionales de ahora provienen de aquel tiempo y tiempos romanos: bellotas, castañas, higos, nueces, manzanas... Algunos historiadores sitúan en la costumbre de hacerse máscaras contra los malos espíritus el origen de los actuales disfraces de Halloween.

También parece tener su origen en esta fiesta el pedir, casa por casa, algún alimento o dulce, que promovía el lazo comunitario de estos pueblos neolíticos. Toda esta tradición ha evolucionado con el paso del tiempo. Así, el Samahín se convirtió en la fiesta de la cosecha romana, que fue convertida en una fiesta cristiana en la que se adaptó la celebración en honor a todos los santos.

El Samahín, con sus cientos de vertientes, es una de las fiestas que más tiempo y mejor ha pervivido a lo largo de los siglos. Desde el Neolítico, y hasta ahora, sin importar si es en una parranda en Agüimes, o frente a la lumbre en la huerta de Murcia, pasando por las castañas de Galicia, esta celebración recuerda a los que ya no están con nosotros y celebra que la vida sigue adelante, a pesar de la oscuridad y el frío, con la esperanza de un año nuevo.

 

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