¿Para qué le puede servir a un ser vivo el camuflaje? ¡Para todo! Sobrevivir es la necesidad básica de todo organismo. Ya sea para huir como para cazar, evitar la detección es un arte que todo ser debe dominar.

Para sobrevivir hay que dominar el arte del camuflaje. Eso no significa siempre ser el más sofisticado del lugar. Algunos camuflajes son sencillos, pero efectivos. Otros sí que son complicados, biológicamente hablando. En cualquiera de los casos, esta habilidad es algo vital.

¿Para qué camuflarse?

La cripsis, o camuflaje de un organismo, es una habilidad destinada básicamente a dos cometidos: cazar o evitar ser cazado. Consiste en pasar inadvertido al sentido de otros animales para poder huir o evitar que huyan. La cripsis se diferencia del mimetismo en que el mimetismo, aunque tiene una finalidad similar, en realidad sirve para aparentar ser otro.

Esto puede servir para amedrentar a un posible depredador, o para pasar inadvertido entre animales que podrían resultar peligrosos. Por el contrario, la cripsis solo se produce cuando el animal trata de no ser visto confundiéndose con el medio. Tanto cripsis como mimetismo son dos formas de camuflaje.

También existe otra razón para camuflarse, aunque esta es más extraña: la reproducción. Normalmente, este tipo de camuflaje consiste en el mimetismo. Algunas especies de plantas, por ejemplo, se hacen pasar por insectos para atraer a posibles parejas que, en realidad, llegarán y ayudarán a la polinización.

El camuflaje no es solo una cuestión de colores

El camuflaje consiste en pasar inadvertido al sentido de otros animales para poder huir o evitar que huyan.

El arte del camuflaje está mucho más allá de una simple cuestión del color corporal de una especie, aunque este es el sistema más simple de camuflaje: un animal adopta un patrón de color que le permite esconderse mejor. Algunos son tan efectivos que los animales son casi imposibles de ver.

Además del color, falta una pieza más: la actitud. El movimiento indica vida. Y la vida significa peligro, en el mundo animal. Por tanto, una manera de pasar desapercibido es quedarse muy quieto. Con esta sencilla técnica, color y movimiento, los animales sobreviven a una gran parte de las situaciones potencialmente letales.

Además del mimetismo y la cripsis, existen otros sistemas más sofisticados que unen el engaño con un poco de anatomía práctica. Así, el automimetismo colorea partes del cuerpo de una forma destacada para que otros animales piensen que esas son las más vulnerables (como la cabeza). De esta manera, el animal puede perder un apéndice corporal que no es vital y escapar. Un ejemplo de esto son las mariposas, que suelen colorear sus alas con ojos y ocelos falsos. Los anfisbenios, un género de reptiles, cuya cola es casi indistinguible de su cabeza.

El automimetismo colorea partes del cuerpo de una forma destacada para que otros animales piensen que esas son las más vulnerables.

Probablemente el tipo de camuflaje más llamativo sea el de aquellas especies que pueden cambiar de color. Por ejemplo, así lo hacen los cefalópodos y los camaleones. Aunque sus mecanismos son distintos, ambos usan complejos sistemas de pigmentación y micromusculación para cambiar rápidamente de color. Además de camuflarse, algunos animales utilizan estos cambios de color para intimidar a otros.

Por último, están los camuflajes no visuales, que engañan otros estímulos, como el olor o el sonido. También puede ser el calor o, incluso, la vista mediante señales visuales en ultravioleta. La cuestión es pasar desapercibido y, para ello, no hay técnicas demasiado complejas, pues estas tienen que equipararse a los sofisticados sentidos de sus enemigos.

Y los animales que mejor se camuflan son...

Entre los animales que mejor se camuflan con el medio podemos encontrar al discreto Gecko de cola de hoja, o Uroplatus phantasticus, cuyo cuerpo parece, entero, parte de restos vegetales. Especialmente su cola, que simula a la perfección una hoja seca y arrugada. Su camuflaje (a medio caballo entre cripsis y mimetismo) le permite tanto escapar como cazar sin perturbaciones.

La mantis orquídea, Hymenopus coronatus, es, además de una imitación asombrosa de una orquídea, una auténtica belleza. Este animal posee un cuerpo preparado para simular los "pétalos" de las orquídeas, lo que les sirve para esperar, pacientemente a una presa que venga a posarse tranquilamente. Esto es claramente un mimetismo.

La polilla nocturna del género Heterocera es un claro ejemplo de cripsis increíblemente efectiva, con apenas unos cambios de color. Estas polillas han desarrollado unos patrones de color que resultan impresionantemente efectivos a la hora de esconderlas. De hecho, sabemos que estos patrones cambiaron con la llegada de la revolución industrial, seguramente impulsados por suelos y paredes más llenas de hollín. Este caso es muy interesante para observar la evolución del camuflaje.

El automimetismo colorea partes del cuerpo de una forma destacada para que otros animales piensen que esas son las más vulnerables.

Las plantas también usan ingeniosas técnicas de camuflaje, sencillas pero efectivas. Así lo muestran las Lithops salicola, una planta suculenta que se asemeja a un tallo cortado o, incluso, a una roca, evitando ser comida.

Sin embargo, el ser que mejor se camufla, de todos, es probablemente un cefalópodo. Los pulpos y sepias tienen excelentes sistemas, más efectivos que los de los camaleones, ya que son capaces de cambiar de color y hasta de textura en cuestión de segundo. Algunos, como Thaumoctopus mimicus, son capaces de mimetizarse, aparentando ser pequeños peces con los que atraen a sus presas hasta ellos. Su camuflaje es tan bueno que, muchas veces, sus víctimas nunca llegan a saber qué les atacó.

 

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