El cáncer es una de las enfermedades más temidas de nuestro tiempo. Sin embargo, todavía desconocemos muchísimo de su naturaleza. Porque en realidad no es una enfermedad, sino cientos de ellas, que dependen de nuestras propias células y su naturaleza.

Por: Santiago Campillo

Hace muy poco recibíamos una estupenda noticia: James P. Allison y Tasuku Honjo se llevaban el Premio Nobel de Fisiología y Medicina de 2018 por sus descubrimientos, los cuales abrieron la puerta a la inmunoterapia contra el cáncer. Esto, sin embargo, levanta otra importante cuestión: ¿cómo actúa nuestro propio sistema inmune contra el cáncer? Al fin y al cabo no estamos ante un agente patógeno capaz de infectarnos. ¿O sí? En definitiva, ¿qué es el cáncer?

Un viejo 'cangrejo'

El cáncer no es una enfermedad nueva, ni mucho menos. La palabra cáncer se remonta al griego, a karkinos, es decir, cangrejo. Esta palabra probablemente proviene de karkah, cangrejo en sánscrito y de su raíz, kar- (duro). Creemos que los tumores ya se conocían mucho antes que los griegos, por supuesto.

Pero lo que sí que sabemos es que fueron ellos los primeros conocidos en denominar a los tumores y otras lesiones ulcerosas como karkinos. De este idioma también derivan otras palabras como carcinoma, cuyo sufijo, -oma, hace referencia al tumor. Carcinoma significa tumor duro o maligno.

Hipócrates y Galeno ya nombraban en sus escritos a los tumores como karkinos. Y fue Dioscórides, más adelante, quien los denomina karkinomas. Del griego la palabra pasó al latín, y del latín se difundió hasta llegar a nuestros días. Así que el cáncer es un viejo compañero de nuestra historia.

Sin embargo, no ha sido hasta hace relativamente poco que entendemos el concepto de cáncer como lo hacemos ahora. Los tumores, su variado origen y sus diversísimas manifestaciones han hecho de esta enfermedad un asunto complejo de identificar. Pero hoy sabemos que no existe "el" cáncer, sino cientos de enfermedades a las que englobamos dentro de esta patología.

¿Qué es el cáncer?

Para entender qué es el cáncer, hay que comprender cómo funcionan nuestras células. Cada célula contiene una minúscula maquinaria, muy precisa y potente, que funciona en perfecta sincronía. Para que todas las piezas realicen su trabajo correctamente, existe un “libro de instrucciones” increíblemente detallado y codificado en nuestro ADN.

Todas las células de nuestro cuerpo tienen una copia del mismo manual. Para diferenciarse, cada una de ellas usa solo las instrucciones especiales que les afectan directamente. En un momento dado, parte de estas instrucciones pueden corromperse. Esto se traduce en un malfuncionamiento de la célula.

Ante esta situación, existen instrucciones de "seguridad" con las cuales las células terminan suicidándose de manera controlada para evitar daños al tejido donde se encuentran. ¿Pero qué pasa si lo que se corrompe es también este juego de instrucciones de autodestrucción? Entonces es cuando aparecen los tumores.

Los tumores de un cáncer no son otra cosa que células "rotas" que se reproducen de manera descontrolada. Estas células se comportan como auténticos parásitos, alimentándose a costa de los nutrientes que necesitan sus vecinas que sí funcionan bien. También producen desechos que hay que eliminar a toda costa. Y, encima, crecen cada vez más, haciendo el problema cada vez mayor.

No "el cáncer", sino "los" cánceres

Cuando estas células se descontrolan pueden crecer a costa del tejido colindante, o extenderse y procrear de forma muy agresiva por todo el cuerpo. A medida que se reproducen provocan serios daños, matando a otras células y provocando el malfuncionamiento de los órganos.

A estos tumores se les puede encontrar en un estadio benigno, es decir, están descontrolados pero no son agresivos y se pueden retirar sin problemas para la salud. En otros casos, los tumores sí suponen un peligro. Generalmente a esto es a lo que llamamos cáncer.

Sin embargo, hay que tener clarísimo que no existe "el cáncer". Cada tumor depende de cientos de factores: el tipo celular, cuál es la mutación (la corrupción del libro de instrucciones), qué factores lo controlan, etc. Esto provoca que existan cientos y cientos tipos distintos de cáncer.

Aunque muchos de ellos son fácilmente clasificables por alguna razón (normalmente su origen o las moléculas que exhibe un cuerpo cuando aparecen), otros se solapan entre sí. Clasificar los cánceres es importante para poder agilizar y mejorar el tratamiento.

Los médicos necesitan conocer al enemigo para comprender lo mejor posible qué armas usar y cómo usarlas. El hecho de que existan tantos cánceres, y tan diversos, implica que no todas las herramientas sirven para combatirlos a todos, por ejemplo. Por suerte, descubrimientos como los de los dos nuevos nobeles ayudarán a mejorar nuestra capacidad de entenderlos y de luchar contra ellos.

 

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