En el corazón de la desertificación de Fuerteventura todavía podemos ver, a día de hoy, los huertos florecer. Eso se debe al maravilloso papel que nos hacen las gavias, un sistema de regadío muy especial y propio de Canarias.

En las áridas tierras de Fuerteventura y Lanzarote podemos encontrar un tesoro entre el verde de las hojas y el color de las verduras. Este tesoro no está compuesto por oro ni piedras preciosas, sino que corre bajo la tierra y es transparente como el agua. Porque hablamos de las gavias, un ingenioso sistema sin el cual los antepasados de estas islas no habrían podido cultivar.
 
¿Qué es y cómo funciona una gavia?
Las gavias sirvieron tiempo atrás para aprovechar al máximo el agua de escorrentía, es decir, el agua procedente de la lluvia. Estas se observan como parcelas de regadío en mitad de una zona completamente árida y desértica, convirtiendo los pedazos de terreno en auténticos vergeles de hortalizas. En todas las islas pueden encontrarse lugares así, aunque las únicas que pueden hallarse en auténtico funcionamiento se encuentran en Fuerteventura y Lanzarote.
 

Su construcción consiste en levantar unos trastones o testes, que son unos muros de entre medio metro y un metro de alto donde se sitúa la parcela de cultivo

Su construcción consiste en levantar unos trastones o testes, que son unos muros de entre medio metro y un metro de alto donde se sitúa la parcela de cultivo encerrada en estos. En las paredes se sitúan las tornas por donde entra el agua procedente de la rambla. De esta manera, los diques de tierra están diseñados para que el agua de lluvia procedente de los barrancos inunde el terreno y lo riegue. El paso del agua, además, permite seguir regando el siguiente terreno una vez se ha llenado el anterior a través del desagüe, que es como se llama el paso hasta la siguiente gavia y así sucesivamente hasta llegar al punto final que desemboca en la rambla.
 
Las gavias de Canarias se usaban especialmente para los principales cultivos tradicionales de las islas, que eran cereales y granos, así como legumbres. También se plantan en los trastones árboles frutales o silvestres para brindarle consistencia al dique y estabilidad a la gavia. Las de Canarias se consideran gavias bastante grandes en comparación con otros tipos diferentes de cultivo que se practican en las islas.
 

La gavia retiene los lodos evitando la pérdida de terreno. Y todo esto de forma natural

El secreto de las gavias
Estos sistemas, como decíamos, son un tesoro en sí por varias cuestiones. La primera es que permite usar el agua superficial de escorrentía, algo muy abundante en las islas. Especialmente en zonas desertificadas donde el terreno no absorbe adecuadamente este agua que baja bullendo por barrancos y ramblas. Pero, además del agua, las gavias se consideran sistemas de oasificación ya que son capaces de retener nutrientes y sedimentos.
 
De esta manera, el terreno elegido para la gavia se vuelve rico y es constantemente renovado por el agua que lo lava. Además, el suelo queda protegido de la erosión ya que la gavia retiene los lodos evitando la pérdida de terreno. Y todo esto de forma natural. Por todo ello, las gavias se han presentado como grandes soluciones contra la desertificación vivida en lugares como Fuerteventura, donde ha permitido el cultivo en zonas donde parecía imposible.
 

Fuerteventura, donde la desertificación llegó milenios atrás, las gavias permitieron el desarrollo de poblaciones locales

Una cultura compartida con el resto del mundo
Pero, aunque creamos que las gavias son solo propias de Canarias, estos sistemas de cultivo están extendidos por todo el mundo. Así, se relacionan íntimamente con los m’goud, meskat y mankaa de Túnez, con el riego por boqueras del levante peninsular, con la agüera de Aragón, el cap de rec de Baleares o las cajas de agua de México. Todos estos sistemas se basan en el aprovechamiento del agua de escorrentía y en el riego sucesivo de varias parcelas, cambiando pequeños detalles o la denominación de los mismos.
 
Todos estos sistemas aparecen en lugares desérticos en el que el aprovechamiento del agua exige usar cada recurso disponible. De esta manera, en Fuerteventura, donde la desertificación llegó milenios atrás, permitieron el desarrollo de poblaciones locales. Las gavias, según se ha registrado, llegaron a las islas procedentes de la península ibérica, con los colonos. Durante los siglos siguientes, la técnica fue perfeccionándose.
 
A día de hoy, todavía se emplean en algunos lugares de Fuerteventura y Lanzarote, donde el terreno árido permite el paso raudo de las lluvias sin que esta llegue a penetrar realmente en la superficie del terreno. Aunque ya no se usan de forma tan común, como es lógico, las gavias todavía siguen siendo una parte útil para los agricultores más tradicionales, además de constituir un sistema ecológico y sostenible de producción de frutas y hortalizas.
 
 
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