El parque de Garajonay lleva millones de años guardando sus secretos. Pasear por él es como usar una máquina del tiempo capaz de transportarnos a una era anterior al hombre.

 

Cuenta la leyenda que Gara y Jonay no estaban destinados a vivir juntos. Aquejados de amor, el uno por el otro y malditos por el fuego del Echeyde (el Teide), su historia terminó trágicamente ya que prefirieron morir juntos a vivir separados. Esta historia es la que bautiza el parque nacional de la Gomera en honor de ambos jóvenes: Garajonay. Pero más allá del romanticismo literario, Garajonay es un lugar increíble, una joya en sí mismo. Sus lindes guardan un auténtico fósil viviente que nos permite vivir un tiempo mucho anterior a la era del hombre.

 

Hace mucho, mucho tiempo...

 

Imaginad un mundo que acaba de ver extinguirse a los dinosaurios. Entre las brumas tropicales los extraños árboles crecen frondosos. El musgo cubre sus ramas y las hojas, muy parecidas a las del laurel, lo inundan todo. Entre los poco claros del suelo se levantan enormes helechos y para aderezar aún más el ambiente, hay grandes lianas y plantas trepadoras por todas partes.

Es un ambiente perfecto para que los primeros mamíferos comiencen a pasear entre estas selvas subtropicales. Pequeños hipopótamos viven junto a las riberas mientras que especies parecidas a los osos pululan entre las zonas más escarpadas. El tiempo pasa muy lentamente y los animales cambian. También lo hacen, aunque en menor medida, los bosques que veíamos. Las plantas modernas comienzan a tener un gran éxito, ya nada las arrancará de la faz de la tierra.

Mientras tanto, los mamíferos se diversifican, tanto en la tierra como en el agua. El clima, sin embargo comienza a ser más frío. Surgen los caballos, los mastodontes y las aves tal y como las conocemos. El clima sigue enfriándose más y más y los bosques brumosos y tropicales comienzan a morir, dejando paso a plantas mejor adaptadas.

 

Garajonay (Fuente: Wikimedia)

 

Y, por fin, surgen los primeros Homo. Todo esto ocurrió en la edad terciaria, en el cenozoico. Una época que ocupa desde los 66 millones de años hasta hace apenas 2 millones de años. Y aunque en el resto del continente los bosques cambiaron, algunos reductos permanecieron recordando cómo eran millones de años atrás. Cómo fue ese mundo que se perdió hace mucho tiempo.

 

El fósil viviente

Esto es lo que podemos apreciar entre los caminos de Garajonay: un bosque que debió desaparecer hace unos tres millones de años, más o menos. Pero se ha quedado conservando muchas características de hace decenas de millones de años. Garajonay es un auténtico fósil viviente. Y puede que no queden animales como los de antaño, por supuesto, pero su flora nos permite hacernos una gran idea de cómo fue nuestro planeta una era atrás. Es prácticamente como tomar una máquina del tiempo y viajar atrás.

Los bosques de la edad terciaria que alberga el parque de Garajonay son bosques de laurisilva, pequeños reductos que solo existen en zonas muy concretas del planeta. Y una de esas zonas se encuentran en las Islas Canarias. Aunque Garajonay contempla más de la mitad de la superficie total, también podemos encontrar muestras en otras islas como Gran Canaria o Tenerife. Por su importancia, Garajonay está considerado como uno de los parque naturales más bellos e interesantes del planeta.

 

Así es un bosque de laurisilva

Garajonay tiene la suerte de contar con la muestra más grande de bosque de Laurisilva de todo el "viejo mundo". Su flora sólo es equiparada por los nuevos bosques subtropicales del continente americano. El bosque de laurisilva es un bosque perenne y húmedo, cuyas hojas se parecen mucho a las del laurel, alargadas y lanceoladas, de dónde le viene el nombre. Para poder existir necesita un clima suave, cálido y húmedo, con variaciones muy ligeras en su temperatura.

La laurisilva es un tipo de selva alta y frondosa, normalmente rodeada de bruma y muy verde. Para evitar el exceso de humedad, las hojas del bosque de laurisilva, normalmente, poseen una capa de cera que repele las gotas, además de su forma alargada "lauroide". En general, todas las plantas del bosque, tras millones de años, han ido adquiriendo una serie de características muy parecidas que permiten que las hojas transpiren adecuadamente (y que finalmente le han otorgado el nombre a este bosque).

Otros habitantes típicos de los bosques de laurisilva son las lianas y plantas trepadoras, quienes aprovechan la humedad ambiental para sobrevivir con adaptaciones especiales como raíces aéreas y otros. Entre estas plantas se encuentra el sorprendente brezo arbóreo (Erica arborea) un extraordinario arbusto que solo en la Gomera es capaz de alcanzar hasta los 15 o 20 metros de altitud. Y estos son solo algunos de los extraordinarios ejemplos que esconden las brumas de Garajonay, un lugar cuya biodiversidad sigue teniendo algo salvaje y antiguo, único en el mundo.

 

Erica arborea (Fuente. Wikimedia)

 

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