El futuro promete edificios y dispositivos hechos con hongos

Imagina vivir dentro de un hongo, con paredes fúngicas, un sensor hecho con biomateriales y paredes que se renuevan y reparan solas. Esta idea, lejos de ser fruto de la fantasía, es parte de un concepto científico que está ganando importancia en los últimos años: estructuras fúngicas, computadoras hechas con hongos, micelios para construir dispositivos... ¿Cómo es posible?

 

Edificios hechos a partir de micelio

En realidad, la arquitectura fúngica lleva tiempo explotándose. De hecho, en 2019, la Unión Europea concedía casi tres millones de euros a la investigación de este tipo de construcciones. ¿Por qué? ¿Qué puede tener de interesante un material biológico como es el que producen los hongos? En realidad, muchas cosas.

Para empezar,las estructuras del micelio son muy resistentes, si se emplean con un refuerzo, pero ligeras. Son totalmente biodegradables, por supuesto, y algunas se reparan solas en caso de sufrir desperfectos. Crecen rápidamente y se mantienen de forma relativamente sencilla. Por ahora se han hecho numerosas pruebas, desde construir ladrillos a montar paredes vivas en moldes estructurales persistentes.

 

  • Las estructuras del micelio son muy resistentes, si se emplean con un refuerzo, pero ligeras y son biodegradables

 

Lo barato y eficiente de la construcción, además de lo limpio, levanta el interés de los expertos en materiales modernos. En diciembre de 2022, Dinamarca e Italia pretenden construir un edificio completamente funcional hecho con este material. Quién sabe, puede que eso de vivir en un hongo sea algo más común de lo que parece en el futuro.

 

Una seta-ordenador

Lejos de ser su única posibilidad, las propiedades naturales de los hongos hacen que estos se muestren como grandes candidatos para tareas que jamás habríamos imaginado. Por ejemplo, la computación. Efectivamente, existe ya una buena cantidad de estudios que demuestran que las colonias de hongos pueden "computar" y actuar como puertas lógicas booleanas.

Una puerta lógica, o compuerta lógica, es un dispositivo con una función booleana u otras funciones como sumar o restar, incluyen o excluyen según sus propiedades lógicas. Por tanto, se podrían construir dispositivos computacionales basados en hongos. Estos no estarían orientados a la potencia o capacidad de computar grandísimas cantidades de datos.

 

  • Se podrían construir dispositivos computacionales basados en hongos aunque estos no estarían orientados a la potencia o capacidad de computar grandísimas cantidades de datos

 

Su objetivo sería poder ser construidos en bases inusuales o con propiedades biodegradables, entre otras cosas. En definitiva, ordenadores muy especiales para situaciones muy concretas. Pero esto, como ahora veremos, no es tan raro como parece. De hecho, podría ser mucho más común y útil de lo que imaginamos.

 

'Wearables' fúngicos

En la era de Internet, donde casi todo está conectado, los wearables, esos dispositivos "ponibles", como ropa o complementos, que son capaces de dar un sinfín de estadísticas interesantes a nuestros móviles y ordenadores, son casi omnipresentes. ¿Llevarán, en el futuro, computadoras fúngicas, estos wearables? Mucho mejor que eso.

Debido a su increíble naturaleza, los hongos son capaces de percibir todo tipo de estímulos: desde calor a humedad, pasando por estímulos eléctricos, cambios químicos, la presencia de luz... Esto los convierte en unos biosensores muy eficientes, vivos y con una gran capacidad de reacción.

 

  • Debido a su increíble naturaleza, los hongos son capaces de percibir todo tipo de estímulos: desde calor a humedad, pasando por estímulos eléctricos, cambios químicos, la presencia de luz...

 

Sí, efectivamente, los hongos son capaces de reaccionar ante estos estímulos de diversas maneras. Esto se puede emplear, por ejemplo, para detectar el cambio de temperatura corporal, la sudoración, la cantidad de luz existente, una corriente eléctrica... esto, combinado con su capacidad de computar hace de los hongos unos materiales excepcionalmente interesantes como base para dispositivos wearables biológicos.

 

Y si lo unimos todo...

Si unimos todas estas propiedades entonces nos topamos con una auténtica ciudad donde los hongos forman parte de todo: las paredes de nuestra casa estarían confeccionadas con estos materiales biodegradables y resistentes; la caldera y la luz podrían encenderse de forma autónoma gracias a la sensibilidad de la construcción, que regularía a la perfección la situación en el interior gracias a su capacidad de computar.

Nos colocaríamos una camiseta de deporte con fibras de hongos estratégicamente colocadas capaces de controlar nuestro estado mientras corremos, y los sensores de calidad del aire de nuestro coche utilizarían dispositivos naturales en combinación con otras tecnologías.

De pronto, la idea de vivir dentro de un hongo no parece tan extraña ni de fantasía, sino más bien de ciencia, con un poco de ficción. Una ficción que va cristalizándose en realidad poco a poco, a medida que la ciencia continúa en su inexorable camino hacia un mundo mejor.

 

 
 

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