Entre los animales más raros que podemos encontrar en el fondo marino están los zifios, unos cetáceos parecidos a los más conocidos delfines, pero especialmente sensibles a los sonares de los barcos. Debido a este hecho, Canarias se está convirtiendo en un referente, y para bien.

Los zifios son unos cetáceos terriblemente sensibles. Esta familia de cetáceos odontocetos se caracteriza por tener un hocico pronunciado. Se han descrito 22 especies de estos animales, aunque creemos que existen más.

Canarias, por su inusual situación y clima, es un lugar excelente para el avistamiento de estos animales. De hecho, también es un sitio especialmente prolífico en investigación relacionada con los zifios y otros cetáceos.

En 2017, durante un congreso celebrado en Fuerteventura, un equipo canario determinó la importancia de establecer una moratoria antisonar como medio para acabar con las muertes atípicas de estos cetáceos. Ahora, todo el mundo está mirando con lupa las figuras de protección adoptadas por Canarias en 2005. Y es que, desde entonces, no se ha vuelto a repetir un varamiento masivo de zifios en las costas de las islas.

¿Qué tienen de especial los zifios?

Los zifios pueden variar de tamaño entre los cuatro y los trece metros de longitud. Llegan a pesar entre una y quince toneladas.

Como los delfines o las orcas, los zifios son cetáceos, es decir, mamíferos marinos. La mayoría de las especies de esta familia solo tienen uno o dos pares de dientes, aunque el zifio de Shepherd (Tasmacetus shepherdi) es la excepción que confirma la regla, pues tiene más piezas dentales. En algunas, las hembras, incluso, carecen de ellos. Esto es una muestra del marcado dimorfismo que presentan.

Un dimorfismo es una diferencia física existente entre las hembras y los machos de una especie. Los zifios pueden variar de tamaño entre los cuatro y los trece metros de longitud. Llegan a pesar entre una y quince toneladas. Se distinguen, básicamente, por su hocico, similar al de muchos delfines, pero más fino; y por dos surcos que convergen en la garganta.

Los zifios se encuentran entre los cetáceos más desconocidos. Su costumbre de permanecer sumergidos a gran profundidad y mantenerse mucho tiempo en el fondo de los océanos hace su encuentro una ocasión especial y rara. Actualmente existen varios proyectos especiales que tratan de encontrar y reconocer a miembros de estas especies, para entenderlas mejor. Canarias es uno de los puntos donde se concentran dichos proyectos.

Los sonares, un peligro para la vida marina

En 2002 ocurrió un triste suceso: una cantidad inusualmente grande de Zifios murió varada en las costas de Fuerteventura. La razón, como se supo más tarde, fueron unas maniobras de la OTAN. En concreto, de los sonares empleados en las mismas, tal y cómo demostró la ULPGC en 2013.

Los sonares provocan una distorsión en la percepción de los cetáceos. Estos animales utilizan la ecolocación para orientarse en las profundidades. Esta funciona con sonidos de entre 40 Hz y 325 kHz que viajan a 1.500 metros por segundo. Las ondas viajan recorriendo cientos de kilómetros hasta que el ruido choca con algo y vuelve hasta los animales.

Este fenómeno, que también se reproduce en delfines y marsopas, es esencial para orientarse en aguas profundas donde la visibilidad es casi nula. El sonar, una tecnología que aparece a principios del siglo XX, funciona de manera similar. Cuando se emplea, es capaz de producir confusión y efectos de todo tipo en los cetáceos.

El sonar es una fuente de ruido que genera en los animales una reacción de pánico que hace que los animales rompan su perfil habitual de buceo. Esto puede provocar un terrible síndrome de descompresión muy grave que se traduce en una embolia gaseosa-grasa, esto es, la obstrucción de los vasos sanguíneos y, en definitiva, un fallo cardiovascular.

Así, como ocurre con los buzos, estos cetáceos sufren una descompresión fatal. La primera de las pruebas irrefutables de este hecho tuvo lugar en las costas Canarias: efectivamente, se trató del varamiento masivo de zifios del que hablábamos más arriba, en 2002. Desde entonces se ha tratado de legislar y regular su uso para evitar más desgracias.

Canarias, un modelo de protección a seguir

A raíz del terrible incidente de 2002, Canarias se asentó como un precedente en la regulación de esta tecnología en las aguas circundantes.

Durante el pasado 2017, las conclusiones expuestas en el congreso científico celebrado en Fuerteventura ponían de manifiesto el brillantísimo impacto positivo que han tenido medidas como la moratoria antisonar. A raíz del terrible incidente de 2002, Canarias se asentó como un precedente en la regulación de esta tecnología en las aguas circundantes.

La intención no es otra que proteger a los animales de los ultrasonidos peligrosos para su vida. En este mismo congreso se mostraron los resultados de aplicar la figura de protección en 2005: no se ha vuelto a producir ningún varamiento y la población de cetáceos, en concreto la de zifios, está creciendo.

"El único tratamiento efectivo que se ha demostrado a nivel mundial es la moratoria en el uso del sonar para aquellas áreas donde se conoce que hay una población de zifios"

 

Ante esta demostración, siendo la única verdaderamente efectiva hasta la fecha, los expertos han recomendado tomarla como ejemplo en el resto del mundo. "El único tratamiento efectivo que se ha demostrado a nivel mundial es la moratoria en el uso del sonar para aquellas áreas donde se conoce que hay una población de zifios", explicaba el director del IUSA, Antonio Fernández, para Canarias7.

De esta manera, con un ejemplo claro y limpio, Canarias se pone a la cabeza como ejemplo de la buena gestión de este problema. Un ejemplo que podría salvar a cientos o miles de cetáceos en los años que están por venir.

 
 
 

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