Imagen: Velcro en detalle. Fuente: IAC
 
Tras miles de millones de años, billones de pruebas fallidas y una increíble miríada de soluciones, la naturaleza puede que sea la diseñadora más eficiente y sabia que jamás haya existido (o existirá). Y como en este mundo no todo ha de ser novedoso, copiar a la naturaleza parece una buena idea. A esta conclusión llegaron arquitectos e ingenieros de numerosas épocas. A día de hoy, sin embargo, lo hemos llevado al filo del arte, creando auténticos ejemplos únicos. Así nació la biomímesis, la disciplina que busca soluciones tecnológicas inspiradas en las que la naturaleza lleva usando durante milenios. Y los resultados son siempre sorprendentes.
 
Hygroscope. Fuente:  Achim Menges
 
¿En qué consiste la biomimética?
Los grandes termiteros africanos descansan en una superficie que se caldea a más de cuarenta grados centígrados. Una temperatura capaz de cocer, literalmente, a los habitantes que viven bajo el suelo. Sin embargo, en el termitero la temperatura constante y fresca permite a estos animales sobrevivir sin problema alguno. En los barrancos de todo el mundo crecen especies adaptadas al poco espacio, aprovechando cada recoveco sobre la superficie vertical donde crecer. Los arrecifes de coral son ejemplos impresionantes donde las especies se ayudan unas a otras proporcionándole alimento y resguardo. Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con la tecnología?
 
 

El Hygroscope, del Centro Pompidou reacciona sola a los cambios ambientales. En concreto, a la humedad, abriéndose y cerrándose sin que ningún otro medio tecnológico

Un avezado observador se dará cuenta de que los jardines verticales tan de moda en la actualidad tienen su origen en las vertientes abruptas de los cortados y montañas. Estos espacios nos han enseñado a aprovechar los lugares de plantación de una manera diferente. El centro Eastgate, de Mick Pearce, en Zimbabwe, imita a un termitero. Dentro de esta enorme mole, en el tórrido corazón africano, la ventilación pasiva mantiene la temperatura sin gastar energía. Su diseño está basado en los ancestrales termiteros que existen bajo el ardiente suelo de este continente. Otro ejemplo es el precioso Hygroscope del Centro Pompidou. Fabricado por Steffen Reichert y el profesor Achim Menges, de la Universidad de Stuttgart, esta maravillosa estructura reacciona sola a los cambios ambientales. En concreto, a la humedad, abriéndose y cerrándose sin que ningún otro medio tecnológico le ayude, gracias a la configuración con la que se le ha diseñado.
 
Esta estructura demuestra la capacidad práctica que tienen los expertos de usar la biomimética para crear algo maravilloso y lleno de vida sin usar otros métodos clásicos de la ingeniería. Porque esta es la finalidad de la biomimética, una disciplina que "copia" las estructuras observadas en la naturaleza para aplicarlas a soluciones más eficientes y limpias. Otro objetivo de la biomimética es reproducir alguno de los procesos y sustancias que podrían ayudar a ponerle resolución a un problema que hasta la fecha no hemos podido resolver de manera artificial. Estructuras, productos, fórmulas matemáticas, filosofía... la biomimética abarca un rango muy extenso.
 
 

Formalmente se consideran tres las aproximaciones a la biomimética, de la menos a la más compleja.

Los tres niveles de la biomimética
Formalmente se consideran tres las aproximaciones a la biomimética, de la menos a la más compleja. La primera consiste en una abstracción formal consistente en la aplicación de la teoría y detalles sencillos: patrones, refuerzos, texturas, proporciones... La segunda, sin embargo, usa el análisis del funcionamiento de una estructura "viva". Por ejemplo, la mecánica de vuelo de los insectos aplicada a la aviación, o la ecolocación para desarrollar un nuevo tipo de detección. Por último, el tercer nivel es el que integra a todo un ecosistema o todo un ser vivo. Así se busca un conjunto complejo para encontrar un equilibrio entre todos sus elementos. El ejemplo del Eastgate, en Zimbawe lo ilustra bastante bien. Pero no sólo hablamos de obras arquitectónicas: algoritmos, reacciones, biomas, estructuras, materiales... la biomimética ampara múltiples y diversísimas disciplinas.
 
 
Algunos de los ejemplos más sorprendentes de la biomimética
El velcro es uno de los componentes más usados en prendas y objetos de todo tipo. Su origen, sin embargo se encuentra en el cardo, cuyas semillas zoocoras son un claro ejemplo de cómo emplear los microganchos de forma efectiva. Otro ejemplo son, obviamente, los impermeables, de los cuales, los primeros se confeccionaban con ceras y grasas, como las hojas de la propia naturaleza. El nylon, el pegamento a prueba de agua, las botellas de agua de rocío... muchos son los elementos que han sido inspirados por los animales y plantas. Algunos de los proyectos de biomímesis más impresionantes están todavía en desarrollo.
 
 
Eastgate, de Mick Pearce, en Zimbabwe. Fuente: Wikimedia
 

El velcro es uno de los componentes más usados en prendas y objetos de todo tipo; y su origen se encuentra en el cardo

Por ejemplo, el colector solar de ala de mariposa, que imita las escamas de sus alas para construir pequeñas células solares acopladas, aumentando el rendimiento del conjunto. La ósmosis inversa también es un proceso biomimético para la obtención de agua cuyo origen se remonta a las células. En arquitectura son muchas las obras que tratan de imitar a la naturaleza. Así el BIQ de Hamburgo, cuyas paredes están constituidas por algas fotosintéticas capaces de controlar la luz que entra en el edificio, generan biogás para producir energía y conservar mejor el calor, lo que lo convierte en una auténtica construcción bioreactiva. Y estos son sólo algunos de los millones de ejemplos existentes hoy día en nuestros edificios, nuestra tecnología o incluso en la ropa que llevamos. Y es que no hay nada como copiar a la maestra más sabia de todas, la naturaleza, para encontrar la solución que andábamos buscando.
 
 
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