El remedio a la plaga del escarabajo que ataca a la palmera y el paisaje genético del símbolo vegetal de Canarias fueron los dos temas de debate principales del Café Científico dedicado a las palmeras celebrado este fin de semana en la capital Gran Canaria.

 

Este evento de divulgación científica,  -organizado por la Agencia Canaria de Investigación, Innovación y Sociedad de la Información (ACIISI), la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPG) y el Museo Elder-, quiso así hacer partícipe a la opinión pública del XVI Encuentro Internacional de estudiosos sobre las palmeras (EUNOPS), reunido hasta el lunes en Las Palmas de Gran Canaria.

 

Sobre el paisaje genético de la palmera habló Isabel Saro Hernández, investigadora de la ULGC, quien señaló como se ha descubierto la evolución de esta especie en el Archipiélago; de como las palmeras de Fuerteventura y Lanzarote cuentan con más biodiversidad genética y son más antiguas que las de Gran Canaria, La Gomera, Tenerife o La Palma. Según Hernández, todo indica que proceden de África, entraron en Canarias por oriente, y fueron colonizando las islas hacia occidente en un proceso que denominó como “salto de piedra”. Pero, sigue en la búsqueda de los ancestros del símbolo vegetal del Archipiélago, durante su intervención aprendimos términos como "anemófila", que significa que el polen migra con el viento, de una palmera masculina a una femenina.

 
El siguiente en tomar la palabra fue Marco Díaz- Bertrana Sánchez, técnico ambiental, especialista en labores culturales de la palmera y autor de varios trípticos sobre buenas prácticas de esos trabajos con las palmeras. "Se trata de una especie tan delicada –advirtió – que la podas intensas pueden debilitarlas.  Los cambios sociales, abandono del campo y la presión urbanística también han afectado a las palmeras. El llenar de palmeras los bordes de las carreteras solo ha conseguido aumentar las plagas".
 
La gestión de entrada de especies foráneas de palmeras fue uno de los principales temas de debate del Café Científico, ya que la plaga del escarabajo denominado "picudo de las cuatro manchas", Diocalandra Frumenti, supone un jaque mate a la sobrevivencia de todos los palmerales canarios. En ese momento entró en escena la investigadora Estrella Hernández Suárez, del Departamento de Protección Vegetal del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA). Sus trabajos buscan no utilizar fitosanitarios, y sí sistemas biológicos, que aunque son todavía muy recientes, ya empiezan a tener éxito para frenar y manejar a este diminuto insecto. “Estos sistemas consisten en evaluar diversas trampas atrayentes - comentó -, y en la búsqueda de una feromona de agregación, es decir, una sustancia química que desprenden los machos de Diocalandra frumenti. Una vez aislada, identificada y sintetizada, esta molécula atrayente está siendo evaluada en ensayos de campo en Gran Canaria. Dichas pruebas se llevan a cabo colocando una serie de trampas en cuyo interior se coloca el perfume atrayente que hace que los insectos se introduzcan en su interior y queden atrapados, lo que permite reducir considerablemente sus poblaciones".
 
Las actuaciones futuras irán encaminadas a determinar la dosis óptima de la feromona sintetizada, el tipo de emisor, su sinergia con otros tipos de atrayentes, la disposición de la trampa y otros aspectos necesarios para establecer la mejor estrategia de control de la plaga, subrayó Hernández Suarez.
 
Los daños que el escarabajo Diocalandra frumenti provoca en la palmera canaria, se caracterizan por el secado de los anillos de hojas inferiores y la pérdida de hojas - que deben podarse para evitar que puedan desprenderse sobre los transeúntes-, y, en algunos casos  más drásticos, la muerte de ésta. De hecho –según Marco Díaz-Bertrana- solamente en Gran Canaria han muerto por esta causa entre15.000 y 20.000 palmeras. En Lanzarote también han desaparecido miles de ejemplares de esta especie.
 
Este coleóptero, de origen asiático, de la familia de los curculionidos, se detectó por primera vez en Gran Canaria en 1998 y se encuentra  actualmente en todas las islas del archipiélago excepto en El Hierro, convirtiéndose en una de las plagas más importantes de esta especie para la Phoenix canariensis, símbolo de nuestra comunidad.
 
Todos los científicos presentes estuvieron de acuerdo en que para salvar la palmera canaria es imprescindible incrementar y potenciar la investigación multidisciplinar en este tipo de problemas. También insistieron en la necesidad de mejorar la inspección y control en aduanas de entrada de especies exóticas para impedir nuevos casos de plagas.
 
El punto final lo puso Carlo Morici, biólogo y director del Palmetum de Santa Cruz de Tenerife, experto en restauración de paisaje, quien relató como hizo posible su sueño de convertir un vertedero en uno de los jardines botánicos de palmeras más importantes del mundo.
 
 
Reserva Natural: audio
 

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