Uno de los episodios más fascinantes del Archipiélago se abre el 30 de abril de 1913: el primer vuelo realizado en Canarias activa el progreso de la tecnología aeronáutica y su implantación.

 

‘En Canarias, la historia de la aviación es lo que caracteriza el siglo XX en el Archipiélago, que con el rápido progreso de la tecnología aeronáutica y su implantación paulatina en todas y cada uno de las Islas a partir de aquel 30 de abril de 1913, logró abrir una vía importantísima y eficaz para el desarrollo y progreso de sus habitantes’. Es un extracto del libro "El primer vuelo en Canarias" escrito por Manuel Ramírez Muñoz y que nos acerca el profesor Esteban Gabriel Santana en su blog sobre la historia de Tamaraceite. Y es que Tamaraceite, explica, adquiere especial protagonismo en la historia reciente al ser el área que se acondicionó para el primer vuelo de la aviación española en Canarias, en Los Llanos de Guanarteme cuando pertenecía a San Lorenzo, siendo su alcalde Don José Rivero Viera.

La aviación llegó con cierto retraso a Canarias, casi cuatro años más tarde del primer vuelo tripulado en España, protagonizado por Juan Olivert a bordo de un Brunet, el 5 de septiembre de 1909, pero no por eso ha dejado de ser uno de los episodios más fascinantes del Archipiélago, principalmente porque las Islas han sido un tránsito para los mejores pilotos del mundo y las grandes odiseas. Todo eso fue posible gracias al piloto Leonce Garnier y a la labor de Domingo Navarro Navarro –periodista, gran impulsor de la aeronáutica en España y coetáneo de Garnier- y a Jaime Company Escandell –aerostero de Arucas-.

El artículo de La Provincia recuerda que "Fue el primer vuelo de un aeroplano a motor y después continuaron otros durante el mes de mayo. Domingo Navarro Navarro escribía en todos los periódicos de la época, y Jaime Company Escandell, sin embargo, oriundo de Cataluña se asentó en 1890 en las Islas para hacer sus espectáculos en globo. Ambos acordaron ponerse de acuerdo con los aviadores para traerlos aquí. De este modo llega Léonce Garnier, que fue el primer individuo que voló en Canarias en un aeroplano sin motor en un vuelo, y en el que se llevó a Jaime con él. Desde entonces Gran Canaria ha sido una pieza importantísima desde que empezaron a llegar los primeros hidroaviones, ya que los aviadores tenían noticia de la Bahía del Puerto de La Luz y de Gando antes de que éste empezara a funcionar como aeródromo de tierra. Es así como Gran Canaria se convierte en lanzadera hacia África y América”.

El blog de Gabriel Santana destaca que Leonce Garnier nació en París en 1888. Apasionado de la aviación construyó él mismo un aeroplano con elementos propios, en el garaje que su padre poseía en San Sebastián, terminándolo en 1910. Efectuó sus primeros vuelos en Pamplona, sufriendo en uno de ellos un grave accidente que casi le cuesta la vida. Al romperse su aparato se entrevistó con Bleriot, que estaba volando en Barcelona, comprándole su aeroplano un Bieriot XI. En el Aeroclub de Francia obtuvo el título de piloto en diciembre de 1910, lo que le permitió fundar en Vitoria, con dos aparatos más del mismo tipo, la primera Escuela de Pilotos de España que al no dar los resulta dos que esperaba, tuvo que dedicarse a exhibiciones aéreas por diversas ciudades españolas. En el timón de dirección del Bieriot XI que trajo a Canarias podía leer se: «Garnier. Escuela de Pilotos de Vitoria». El piloto francoespañol, con una experiencia de 95 vuelos por 28 ciudades españolas, suscitó en Las Palmas de Gran Canaria una expectación inusitada en la primavera de 1913, al anunciarse que habría festival aéreo como punto principal de las fiestas de San Pedro Mártir, gracias a las gestiones de una comisión encabezada por dos apasionados admiradores de este nuevo ingenio mecánico: el profesor de gimnasia Jaime Campany y el redactor de La Provincia Domingo Navarro Navarro.

 

Fuente: La Provincia

 

En principio se eligió como campo de vuelo un terreno situado en la proyectada Barriada Carló, en Las Rehoyas, que al no reunir las condiciones necesarias para llevar a cabo despegues y aterrizajes, hubo de trasladarse a una explanada existente entre la carretera de Tamaraceite y la playa de Guanarteme, junto a una finca del Sr. Antúnez, lugar flanqueado posteriormente por el torreón de la CICER, las fábricas de salazones de El Rincón y el Colegio Nacional Fernando Guanarteme.

Los vuelos no pudieron comenzar el 29 de abril, como estaba previsto, debido a problemas en el arreglo del campo, realizándose al día siguiente cuatro salidas: la primera, de pruebas, alrededor del campo, y las tres siguientes llevando a bordo en cada uno como pasajeros a Jaime Campany -primer canario que logró surcar el cielo a 100 metros de altura-, a Julio Rodríguez, y al Gobernador Militar de la Plaza, Juan Sierra.

Garnier sobrevoló Las Canteras, El Confital, La Isleta y Tamaraceite, mientras la gente que se agolpaba hasta en las montañas de los alrededores, gritaban y aplaudían en cada despegue y cada aterrizaje, bautizando al piloto como «rey de los aviadores» y «emperador de los aviadores».

Respecto a este primer día de espectáculo, dice con cierta socarronería El Tribuno, que las autoridades debían imaginarse que allí iba a pasar algo gordo por el despliegue extraordinario de fuerzas que se llevó a cabo. Treinta guardias municipales, numerosos guardias civiles al mando de tres oficiales, fuerzas de seguridad y, por si esto fuera poco, aun había varios agentes de vigilancia, pero «afortunadamente no hubo gritos subversivos, ni se provocó ningún motín, ni se hizo la tan temida revolución social». Entre seis y ocho mil personas admiraron al día siguiente, 1° de mayo, los dos vuelos que realizó Garnier superando a los anteriores, pues «fueron emocionantes y llenos de la sublimidad grandiosa inherente al espectáculo. El segundo vuelo, sobre todo, en el cual el aviador demostró su pericia insuperable, fue ovacionadísimo. El éxito de los dos primeros días llevó al piloto a realizar vuelos de mayor envergadura, despegando el 4 de mayo rumbo a Guía, Gáldar, Agaete y Arucas, acompañado de su mecánico. Después de sobrevolar la Montaña de Arucas tomó tierra en la finca de la familia Gourie, donde fue espléndidamente agasajado mientras en Guanarteme se temía lo peor ante la tardanza en el regreso. La muchedumbre, impaciente, oteaba el horizonte hasta que al fin, un punto diminuto se fue agrandando conforme se acercaba, y cuando el ronroneo del motor se hizo perceptible «aquello fue el delirio". Tras bajar del Bieriot, el francés fue aclamado como un auténtico héroe, con amplia sonrisa respondía agradecido a las muestras de admiración del gentío que le rodea ba», y, a modo de despedida, acompañado de su esposa, sobrevoló en dos ocasiones la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, dejando una estela heroica en e! corazón de sus habitantes que boquiabiertos miraban sus evoluciones desde el Puerto, Lomo de San Francisco, Vegueta, Barranco del Guiniguada, etc., pues las cimas de las montañas, las calles y las azoteas, «eran atalayas de muchos ojos».

 

Tamaraceite, años 20. Fuente: Blog Esteban Gabriel Santana Cabrera

 

 

Más información:

Blog de Esteban Gabriel Santana Cabrera

El primer vuelo en Canarias despegó del municipio de San Lorenzo y sobrevoló Tamaraceite

Dos pioneros del vuelo en Canarias

 

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