La radiación, la radiactividad y las ondas electromagnéticas, entre muchos otros, son términos muy relacionados entre sí. ¿Sabes su diferencia? Conocer esta manifestación física con la que convivimos día a día es imprescindible para comprender mejor nuestro universo.

Foto: Hombre hablando por móvil. Fuente: Pxhere
 
En el día a día escuchamos mucho una palabra que resulta, en cierto sentido, incómoda: radiación. Aunque es un concepto con el que vivimos todos los días, lo cierto es que pocas personas saben realmente qué significa esta palabra. La radiación es un elemento físico común, general y muy impreciso. A no ser que hablemos de una radiación en concreto, claro. Pero, ¡se acabaron las dudas! Hoy vamos a desvelaros sus secretos.
 
 
¿Qué es la radiación?
Seguro que al decir radiación se te viene a la cabeza una señal de peligro radiológico. O tal vez sea la radiación de los móviles. Si estás algo puesto en física puede que se ocurra pensar en el calor. Y en cualquiera de los casos, estarás en lo cierto. Todo esto es radiación. Pero no son la misma. La radiación es algo natural. Tanto la radiactividad, algo que existe en las rocas o incluso en los plátanos, como la luz que hace posible la vida en la Tierra, todo esto son radiaciones.
 
La radiación es un fenómeno de propagación de energía, tanto mediante ondas electromagnéticas como mediante partículas subatómicas. Así, la luz, el calor o los rayos x son distintos tipos de radiación. ¿Existe la radiación peligrosa? Por supuesto. Pero decir que la radiación, en sí, es peligrosa, es como decir que las bebidas son venenos. Catástrofes como las de Chernobyl o Fukushima ponen la palabra "radiactividad" en la lista de términos a temer. Pero, en realidad, lo importante es que no sobrepase unos niveles dentro de los cuales se considera segura, algo controlado por una serie de patrones y medidas de seguridad impuestas a lo largo de años de investigación.
 
Figura: Las radiaciones del sol llegan en muchas formas a la Tierra
Fuente: Wikimedia
 
¿Para qué sirve?

Radiar es enviar energía al espacio y, como puedes imaginar, hay muchas formas en que esto se puede hacer.

El concepto de radiación es tan amplio que contestar a esta pregunta es manifiestamente difícil. La radiación es imprescindible en muchos procesos diarios. Por ejemplo, a ella le debemos que funcione nuestro móvil. O que podamos usar una brújula. O que el Sol caliente la Tierra. Y estos son tres de millones de ejemplos. Radiar es enviar energía al espacio y, como puedes imaginar, hay muchas formas en que esto se puede hacer. La radiación sincrotrón de un acelerador de partículas se utiliza para estudiar tejidos biológicos; la radiación láser se usa en espectroscopia, por ejemplo, para estudiar las propiedades de un átomo; y hay unas máquinas que emiten unos rayos energéticos, radiación, con los que podemos ver si tenemos un hueso fracturado: son los rayos X. La radiación juega un papel fundamental en el mundo científico, algo que no podemos evitar. Uno de los principales sentidos para experimentar es la vista, por lo que se usa radiación para estudiar muchos sistemas. Así los científicos vemos con nuestros dispositivos cómo reaccionan los cuerpos a la radiación para estudiarlos. Siempre que haya una transmisión de energía por el aire, hay una radiación. En algunos casos, esta transmisión es muy energética. En otros es muy tenue, pero persistente.
 
¿Qué tipos de radiación existen?
Vamos a profundizar un poco más en los tipos de radiación. Solemos clasificar la radiación en diez tipos, aunque estos hacen referencia a diversas y heterogéneas propiedades o, incluso, a veces se solapan entre sí. Así, las principales son la radiación electromagnética, la térmica y la nuclear. Además, existen la radiación ionizante y la no ionizante, que hacen referencia a la energía de la radiación; la solar, que habla de la energía exclusivamente procedente del sol; la de Cherenkov, que se produce en un extraordinario fenómeno y que es la razón por la que se ve el inquietante fulgor azul o verdoso en los materiales radiactivos; la corpuscular, que no es otra que la de partículas; la cósmica, que es una energía compuesta por partículas subatómicas procedentes del espacio exterior; o la del cuerpo negro, que es la radiación emitida por un teórico cuerpo perfectamente negro, capaz de absorber todo el espectro electromagnético a excepción de lo que emite (la radiación de cuerpo negro).
 
 
 
Figura: Radiación de Cherenkov. Fuente: Wikimedia
 
 
 

Probablemente la clasificación más importante de todas estas, desde el punto de vista biológico, es la de radiaciones ionizantes y no ionizantes.

Probablemente la clasificación más importante de todas estas, desde el punto de vista biológico, es la de radiaciones ionizantes y no ionizantes. La radiación ionizante, como decíamos, se refiere a la cantidad de energía que transporta la emisión. Este tipo de radiación es capaz de arrancar los electrones de un material, "golpeándolos". Esto puede producir una serie de cambios en la materia. Dichos cambios pueden ser muy bruscos y energéticos o más tenues. Pero siempre importantes, en cualquiera de los casos. Por ejemplo, la radiactividad está dentro de este tipo de radiación. También lo están los rayos X o la luz ultravioleta.
 
La radiación no ionizante, por el contrario, no posee energía suficiente para arrancar electrones en circunstancias normales. Por tanto, este tipo de radiación es segura para la vida. Es cierto que existen fuentes de radiación no ionizante potencialmente peligrosas, como son los flujos de neutrones. Pero normalmente los seres vivos convivimos con radiaciones no ionizantes a todas horas y en todo momento, sin que eso suponga ningún tipo de perjuicio para nuestra vida.
 
¿Qué pasa con los móviles y otros dispositivos?

No existen pruebas fehacientes que indiquen que las radiaciones producidas por los dispositivos como móviles, radio, WiFi... sean perjudiciales para la salud

Hasta la fecha, y como ya os comentamos en su momento, las ondas electromagnéticas procedentes de los móviles, las antenas WiFi y otros dispositivos similares no son ionizantes. Es más, no sólo no son ionizantes sino que varios y extensos estudios han comprobado que no hay nada que temer de este tipo de ondas. Esto se debe a que cumplimos con mano dura los límites impuestos por las evidencias científicas. Así, hasta la fecha, no existen pruebas fehacientes que indiquen que las radiaciones producidas por los dispositivos de radiofrecuencias, como móviles, radio, WiFi... sean perjudiciales para la salud. No obstante, como ocurre con todo el campo científico, la radiación es una rama amplia de estudio. Cada día sabemos un poco más sobre sus manifestaciones. Y así seguirá siendo mientras sigamos investigando más y más sobre ella y desvelando sus secretos.
 
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Espectro electromagnético
Radiación de Cherenkov
 

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