Solar Impulse 2. Fuente: Solar Impulse | Revillard | Rezo.ch

El Solar Impulse 2 es el vivo ejemplo de que la tecnología más novedosa puede emplearse, a día de hoy, para crear vehículos y artilugios que nos ayuden a crear un mundo más limpio y mejor, capaz de aprovechar las energías renovables más eficientemente.

 

Hace muy poco podíamos ver como se cumplía uno de los retos más impresionantes de la ingeniería humana: la vuelta al mundo de un avión que no necesita combustible. El Solar Impulse 2 es una aeronave especial, en todos sus sentidos. Funciona sólo gracias a la energía solar y, además, si no fuera por el piloto humano, podría volar por siempre. Pero para llegar a ser lo que es, el trabajo que existe detrás de la nave no es pequeño, precisamente.

 

Cómo hacer un avión que puede volar por siempre

505 días. Más de 35.000 kilómetros y 17 etapas. Unas cifras que pueden parecer alejadas de la eternidad. Pero son la base de un hecho: el Solar Impulse 2 podría volar por siempre si no dependiera del factor humano. ¿Cómo es eso? Muy sencillo, su diseño le permite mantenerse de forma autónoma en el aire durante todo el tiempo que quiera. Para ello, explican desde el equipo encargado de su diseño, el avión captura toda la luz que necesita del sol. Son necesarias 17.248 células solares para alimentar los motores que impulsan al avión. Mientras tanto, las mismas células recargan las baterías para permitir que el avión vuele durante la noche. Aún estando nublado, las células son capaces de alimentar la propulsión, aunque pocas nubes se encuentra el Solar Impulse 2 durante su vuelo.

"Su diseño le permite mantenerse de forma autónoma en el aire durante todo el tiempo que quiera"

Para poder almacenar la energía, el Solar Impulse 2 tiene cuatro baterías, una por motor, que pesan en total 633 kg, siendo una de las partes más complicadas de mover. Y es que con 1.600 kg totales, las baterías suponen un 60% del peso del avión. Pero, ¿cómo puede ser que sea tan ligero? En comparación, un avión ligero posee varios miles de kilos de peso (y no más 5.600 kg) y requieren de combustible para funcionar. Para poder cumplir con esta tarea se han necesitado más de catorce años de desarrollo en ingeniería. Lo que se ha hecho, básicamente, es reducir el peso del esqueleto principal haciéndolo de un material mucho más ligero pero igual de resistente.

Así, el armazón básico está hecho de un poliuretano especial, confeccionado como si de un "sandwich" se tratara. Richard Northcote, Director de Sostenibilidad del Grupo Covestro, encargados de diseñar esta parte del Solar Impulse 2, explicaba para los medios que el polímero es muy eficiente y estructuralmente fuerte, capaz de aislar de la temperatura y proteger a los pilotos en su interior. Para unir las diversas partes se han empleado tornillos especiales de plástico y resinas, evitando el pesado metal. Finalmente, el cristal de la cabina ha sido construido en policarbonato, también muy resistente pero muchísimo más ligero que el cristal. Un ejemplo práctico de hasta dónde se puede llegar con los materiales adecuados.

 

Solar Impulse. Fuente: Wikimedia

 

Por un futuro más limpio

"Con 1.600 kg totales, las baterías suponen un 60% del peso del avión"

Pero el Solar Impulse 2 es un icono, una referencia, en muchos más sentidos. Pues aunque la vuelta al mundo ha sido un éxito, este no es el fin de la aventura. Su equipo lo ha dejado claro en más de una ocasión: este es solo el comienzo. El Solar Impulse 2 pretende ser un ejemplo vivo de materiales y gestión energética realista y futurista a la vez. Y es que los materiales con los que se ha construido el avión, no sólo son, probablemente, los mejores y más eficientes disponibles en el mercado actual. Sino que además, como bien se refleja en la frase anterior, están disponibles. O lo estarán en muy poco a nivel comercial. Solo hay que apostar por ellos.

De esta manera podemos reducir la huella de carbono en la producción de los mismos. Por ejemplo, aunque los plásticos pueden ser un problema, tanto por su origen como por sus restos, el poliuretano puede ser obtenido a partir de dióxido de carbono contaminante. Además, al reducir el peso, podemos usar una gestión energética más eficiente y menos contaminante. Por otro lado, los materiales pueden servir para la construcción de otros vehículos, más seguros y limpios o cualquier otra cosa. El sistema fotovoltaico también es un ejemplo de eficiencia sin igual.

 

André Borschberg, uno de los pilotos, comiendo durante el vuelo. Fuente: Solar Impulse / André Borschberg

 

Energías renovables, el objetivo final

"El poliuretano puede ser obtenido a partir de dióxido de carbono contaminante"

Si el sol puede hacer volar un avión, solo es cuestión de escalar las proporciones para hacerlo con uno más grande, evitando el desmesurado gasto de combustible con todo lo que ello conlleva. Pero, además, supone un impulso a la tecnología de obtención de energía a partir de la luz solar. En Canarias, por ejemplo, según los datos de 2011, la energía solar en potencia instalada, en las Islas, es de unos 150.000 kW, produciendo más de 200.000 MW/h. Aunque las cifras son buenas, palidecen ante la obtención de energía de origen térmico, que sigue siendo la principal fuente de "alimentación" de las islas.

Y aunque por el momento es imposible sustituir al 100% las principales fuentes de producción energética, lo cierto es que la única manera de abrirle puertas a las energías renovables es, precisamente, mejorando su eficiencia y demostrando su utilidad. Ese es el espíritu del Solar Impulse 2, brindar una imagen, una proeza superada, que inspire a otros a seguir el camino en busca de nuevos y mejores usos de energías renovables que nos permitan cuidar nuestro mundo. Al fin y al cabo, si hemos conseguido que un avión sea capaz prácticamente por siempre, ¿qué no podemos hacer?

 

Los pilotos a la llegada de la última etapa, en Abu Dhabi. Fuente: Solar Impulse

 

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